Vulnerables por dentro, silenciados por fuera

Indefensión de personas mayores con deterioro cognitivo y de sus cónyuges ante interferencias familiares perjudiciales

En la práctica clínica nos encontramos con frecuencia con una realidad tan dolorosa como invisible: la indefensión en la que viven algunas personas mayores con deterioro cognitivo, especialmente cuando su entorno familiar, lejos de protegerlas, las sitúa —de forma intencionada o no— en el centro de conflictos, manipulaciones o decisiones erráticas.

Esta situación se agrava cuando el cónyuge, ya de edad avanzada y emocionalmente exhausto, queda invalidado como interlocutor válido por otros familiares, a veces con problemáticas emocionales o conductuales no diagnosticadas, que actúan en nombre de “lo mejor para el paciente”, sin que ello siempre coincida con su interés superior.

Una tríada compleja

La escena es reconocible:

– Un paciente con demencia moderada o severa, cada vez más vulnerable en su capacidad de comprender y expresarse.
– Un cónyuge cuidador que ha sido su sostén durante décadas y que, con amor, intenta mantener una presencia estable a pesar del deterioro.
– Y un hijo o hija, desbordado por la situación, que cuestiona constantemente las indicaciones médicas, se enfrenta al resto de familiares y acusa a instituciones o profesionales, con un estilo relacional que roza —o entra de lleno— en lo paranoide, impulsivo o desorganizado.

En muchos de estos casos, la dificultad no radica en una falta de amor, sino en una incapacidad para gestionar el duelo anticipado que genera la pérdida progresiva del ser querido. A veces, lo que emerge es un trastorno mental no filiado que desplaza la angustia hacia el exterior: el sistema, la residencia, el médico, el otro progenitor.

¿Quién protege al vulnerable?

La indefensión se hace doble.
Por un lado, la persona con demencia pierde su voz. Sus deseos reales, su bienestar clínico, quedan supeditados a los vaivenes emocionales o decisiones arbitrarias de un familiar dominante.
Por otro, el cónyuge que intenta cuidar y entender se ve desplazado o desautorizado, cuando no acusado, quedando relegado a un lugar de pasividad o culpa.

Esta situación está descrita en la literatura geriátrica y psiquiátrica como un factor de riesgo para el empeoramiento del paciente, aumento de conflictos legales o incluso maltrato institucional.

Empatía, sí. Pero con límites claros.

Como profesionales, estamos llamados a empatizar con todas las partes: con el sufrimiento del familiar que se desborda, con el miedo del cónyuge que no quiere perder el control, y sobre todo, con el paciente que ya no puede protegerse a sí mismo. Pero la empatía no debe confundirse con tolerancia ilimitada al conflicto destructivo.

La ética clínica y el principio de no maleficencia exigen que pongamos límites:
– Establecer claramente quién es el interlocutor clínico válido.
– Documentar los conflictos y conductas disfuncionales.
– Activar, cuando sea necesario, protocolos de protección, coordinación sociosanitaria o derivación judicial.

Avanzar hacia modelos familiares más conscientes

Urge hablar más de este fenómeno. No solo en consultas, sino en espacios de formación, residencias, hospitales, asociaciones de familiares y foros públicos. Necesitamos herramientas para detectar estas dinámicas a tiempo, y abordarlas sin culpabilizar, pero priorizando siempre el interés superior del paciente.

Porque detrás de cada historia de conflicto, casi siempre hay una historia de amor mal gestionado, de duelo no elaborado, y de sistemas sanitarios que aún no saben muy bien cómo acoger todo esto.

Referencias:

  • Fulmer T. (2002). Elder abuse and neglect assessment. Journal of Gerontological Nursing, 28(1), 8-10.
  • Lachs M. S., & Pillemer K. A. (2015). Elder abuse. New England Journal of Medicine, 373(20), 1947-1956.
  • Wangmo T. et al. (2018). Decision-making capacity and communication in Alzheimer’s disease: A narrative review. Journal of Alzheimer’s Disease, 62(4), 1423–1440.
  • Daly J. M. et al. (2005). Factors associated with long-term care placement of older adults with Alzheimer’s disease. Journal of Gerontological Nursing, 31(12), 12–20.
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Sanz de la Garza

Médico especialista en psiquiatría con más de 20 años de experiencia como profesional.

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